miércoles, 10 de octubre de 2012

Carta del buzón al anunciante


Querido anunciante
Ya sé que desde tiempos inmemoriales me consideras un lugar de menor categoría para acomodar tus fabulosos folletos y tu maravillosa publicidad, pero déjame que, desde la humildad y el respeto, te envíe esta nota acerca de mi, de lo que soy y de lo que te puedo aportar.

No te voy a negar que no tengo el glamour de los anuncios en televisión, ni la magia de las cuñas que se emiten en la radio, ambos son unos medios que generan “mucho ruido”, en el mejor sentido de la expresión, y que además son seguidos por miles y millones de personas simultáneamente. Tampoco poseo la maravillosa novedad e interactividad que proporcionan las nuevas tecnologías y medios de comunicación como los ordenadores, los iPads, los teléfonos móviles y demás medios que, a través de la maravillosa red de redes (internet), pueden poner en contacto inmediato a personas y empresas, estén en el lugar que estén.
Pero si te voy a decir algo que considero muy importante, yo poseo intimidad, esa intimidad que a todos nos gusta tener y esa exclusiva particularidad que proporciona el que a mi interior, solamente puede acceder mi propietario o su familia, aquellos que tienen la llave mágica que me deja al descubierto, proporcionando a quien me abre la posibilidad de recibir mensajes únicos, mensajes inolvidables y sobre todo, mensajes con permanencia.

Ya, ya sé que me dirás que también en mi interior se alojan esas facturas y recibos que nadie quiere recibir, pero no olvides que esas facturas y recibos se deben a que mi dueño está disfrutando de alguna cosa que le proporciona bienestar y calidad de vida.
En fin querido anunciante sólo quería recordarte que tienes en mi un medio ideal para hacer que tus mensajes lleguen a las personas que tú quieres, guardo y protejo esos mensajes y se los entrego solamente a su destinatario. Además ten la seguridad de que esos mensajes que depositas en mi interior, siempre llegan a los domicilios de los destinatarios, que permanecen en ellos y que en multitud de ocasiones son leídos y consultados mientras sus destinatarios se encuentran tranquilamente al calor del hogar, sentados en sus sillones o sus sofás, y con la tranquilidad necesaria para que los mensajes produzcan el efecto deseado.

Sí amigo, los mensajes dejados en el buzón siguen funcionando, como siempre ha sido.