Querido anunciante
Ya sé que desde tiempos inmemoriales me consideras un lugar
de menor categoría para acomodar tus fabulosos folletos y tu maravillosa
publicidad, pero déjame que, desde la humildad y el respeto, te envíe esta nota
acerca de mi, de lo que soy y de lo que te puedo aportar.
No te voy a negar que no tengo el glamour de los anuncios en
televisión, ni la magia de las cuñas que se emiten en la radio, ambos son unos
medios que generan “mucho ruido”, en el mejor sentido de la expresión, y que
además son seguidos por miles y millones de personas simultáneamente. Tampoco
poseo la maravillosa novedad e interactividad que proporcionan las nuevas
tecnologías y medios de comunicación como los ordenadores, los iPads, los
teléfonos móviles y demás medios que, a través de la maravillosa red de redes
(internet), pueden poner en contacto inmediato a personas y empresas, estén en
el lugar que estén.
Pero si te voy a decir algo que considero muy importante, yo
poseo intimidad, esa intimidad que a todos nos gusta tener y esa exclusiva
particularidad que proporciona el que a mi interior, solamente puede acceder mi
propietario o su familia, aquellos que tienen la llave mágica que me deja al
descubierto, proporcionando a quien me abre la posibilidad de recibir mensajes
únicos, mensajes inolvidables y sobre todo, mensajes con permanencia.
Ya, ya sé que me dirás que también en mi interior se alojan
esas facturas y recibos que nadie quiere recibir, pero no olvides que esas
facturas y recibos se deben a que mi dueño está disfrutando de alguna cosa que
le proporciona bienestar y calidad de vida.
En fin querido anunciante sólo quería recordarte que tienes
en mi un medio ideal para hacer que tus mensajes lleguen a las personas que tú
quieres, guardo y protejo esos mensajes y se los entrego solamente a su
destinatario. Además ten la seguridad de que esos mensajes que depositas en mi
interior, siempre llegan a los domicilios de los destinatarios, que permanecen
en ellos y que en multitud de ocasiones son leídos y consultados mientras sus
destinatarios se encuentran tranquilamente al calor del hogar, sentados en sus
sillones o sus sofás, y con la tranquilidad necesaria para que los mensajes
produzcan el efecto deseado.
Sí amigo, los mensajes dejados en el buzón siguen
funcionando, como siempre ha sido.
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